Jerusalén. Hay que verla. Multirreligiosa, bella, espiritual, conflictiva. No deja indiferente. Toda una sorpresa.Vista de la ciudad antigua amurallada desde el Monte de los Olivos.
Este era nuestro primer viaje a Israel, situado en una zona histórica y permanentemente conflictiva, todavía a la espera de soluciones que parecen lejanas. Decir que, lo que se nota, es la cantidad de controles que hay y la cantidad de policía/ejército que circula, pero terminas acostumbrándote. En ningún momento tuvimos sensación de miedo o peligro.
Aterrizaje en Tel Aviv a las 15.00. Se pasan algunos controles. O tuvimos suerte o los comentarios y relatos sobre el tema son exagerados. Solo nos preguntaron si era nuestra primera vez allí. Te dan una tarjetita azul equivalente a un visado de entrada (no ponen sello en el pasaporte). Atención. Esta tarjeta es imprescindible para salir del país así que conservadla bien. También suelen pedirla al hacer el check in del hotel.
Resulta que era el día de la conmemoración del Holocausto y el aeropuerto estaba lleno de judíos ortodoxos con su peculiar modo de vestir, sus tirabuzones (peiot) y sus familias supernumerosas. Color predominante el negro. Cabezas cubiertas. Ellas con peluca o con turbantes. Algunas llevan tocados. Siempre con falda y con los brazos tapados. Más tarde os hablaremos también de los ultraortodoxos del barrio Mea Shearim de Jerusalén: un mundo realmente diferente, con diferencias abismales con el resto de población.
En el aeropuerto, es el momento de cambiar algunos euros en shekels (mayo 2019 el cambio es de 1 shekel o NIS = 0,25 euros) y, con un cómodo tren, en 30 min llegas a Jerusalén (a la estación Navon) que era nuestro destino inicial. Ningún motivo religioso concreto. Solo las ganas de descubrir, entender en la medida de lo posible y conocer sitios nuevos. Para moverte con el transporte público en Jerusalén puedes comprar los billetes de autobús o tranvía en las máquinas expendedoras que hay en estaciones y paradas. Atención, los billetes que emiten solo valen para el día de compra.
Lo primero que hicimos en Jerusalén después de dejar maletas fue ir a comer y beber para coger fuerzas. Hummus Pinati. Buenísimo y un servicio encantador. Desde 1975. Y la cerveza nacional "Goldstar" una lager tostada que no está mal
De allí nos acercamos dando un paseo por la Jaffa St (es el lugar también por donde pasa el tranvía 1 que es el más útil para moverse) hasta la Ciudad Vieja amurallada de Jerusalén, pasando por la plaza moderna del Ayuntamiento-City Hall, gente, flores y varios edificios.
La "boca de dragón". No hay planta que me recuerde más a la infancia. E imposible dejar de abrirlas y cerrarlas.
Kipás de todos los estilos. Para cubrir la cabeza de los hombres y últimamente, parece ser que también está permitido ahora que las lleven las mujeres.
Antes de entrar a visitar la ciudad antigua, que está amurallada y tiene 8 puertas (Jaffa, New Gate, Damascus, Herodes, Lions, Golden, Dung and Zion) cogimos un autobús (nº 275) por la zona árabe para ir al Monte de los Olivos. Avenida de Los Palmas jaja
Este autobús urbano te lleva al mirador del Monte de los Olivos, donde también está la Capilla de la Ascensión. Desde aquí se admira una preciosa vista de Jerusalén, la cúpula dorada de la Mezquita de la Roca y también podéis ver las tumbas del gigantesco cementerio judío. Unas 150.000 tumbas de diferentes épocas. Quieren su sepultura aquí porque según ellos, cuando llegue el Mesías, resucitarán y caminarán hasta el cercano Templo (del que queda lo que es ahora el muro de las lamentaciones) de la ciudad vieja. Así que los entierran con los pies en esa dirección. No hay flores. Son vanas. Pero sí muchas piedras, símbolo de eternidad.
Después de unas cuantas fotos nos volvimos como habíamos venido para adentrarnos en la laberíntica ciudad antigua amurallada. Esta zona tiene 1 km2 aproximadamente y está formada por cuatro barrios: árabe, judío, cristiano y armeno. Pasas de uno a otro, una y otra vez, sin ningún tipo de problema. La mezcla de fervores, gente, razas, religiones, colores, olores te deja impresionado y eso que a estas últimas horas de la tarde se ve bastante vacía o, mejor dicho, tranquila (este horario, cuando todo está cerrando y las primeras horas de la mañana, cuando solo hay madrugadores y los peregrinos y las hordas de turistas están aún desaparecidos, son los momentos ideales para disfrutar y sumergirse en esta histórica ciudad, sorprendente, espiritual y apabullante). Pavimento romano que data del s. IV d.C.
Especias, especias y especias
Así que después del atardecer nos acercamos al Muro de las Lamentaciones o Lamentos (está abierto las 24 horas). Para acceder hay que pasar un control policial. Poco turista y casi solo judíos rezando. Hombres y mujeres lo hacen por separado. Los hombres deben cubrirse la cabeza con una kipá (las hay a la entrada, desechables). El lugar y el fervor impactan. Parece ser que impacta aún más si podéis ir durante el sabbat (desde el atardecer del viernes al atardecer del sábado) por ser más multitudinario. Nosotros nos quedamos con la imagen de esta primera vez. Fuimos 2-3 veces más (como se ve por la luz de las fotos ;-)) pero ninguna de las visitas superó la primera impresión. Y si estáis interesados en más, hay unos túneles subterráneos que pueden visitarse, previo pago.
Este es el lugar más sagrado del judaísmo, una de las pocas partes del Templo de Jerusalén que quedó en pie tras el ataque de los romanos, convirtiéndose en el muro de la oración. Es uno de los muros de contención de la Explanada de las Mezquitas. De hecho se accede a esta por una pasarela de madera que hay aquí.
Esa es la separación entre hombres y mujeres
Bueno, este pelotón de jóvenes haciendo la mili tampoco se queda atrás impresionando. El servicio militar es obligatorio para ambos sexos. Son jovencísimos y llevan unas metralletas que paqué.
Vimos también la Torre de David donde hay espectáculos de luz bastante logrados e interesantes algunos días de la semana. Para nosotros no fue posible. Al ser el día de la Conmemoración del Holocausto, estaba cerrado. Pero teníamos apuntado que es algo que merece la pena ver. Salimos por la puerta de Jaffa, en el oeste, que es la más cercana a la zona nueva de Jerusalén.
El logo de la ciudad de Jerusalén. Un poco escueto.
Nos volvimos a la parte moderna pero salvo un local de bagels y un kiosco de cervezas, todo estaba cerrado, al parecer es similar a un día de luto nacional. Pero nos vino hasta bien. Ya era tarde, había sido un día largo y el despertador del día siguiente iba a sonar a las 5.30 de la mañana.Tocaba descanso.
y ¿por qué tan pronto? Es nuestro consejo. Allí amanece muy temprano, la vida empieza enseguida y entonces a las 6.30 de la mañana la ciudad ya está activa. Se puede desayunar, coger el tranvía y disfrutar del trasiego de la gente local y de una ciudad más auténtica. Y también para poder acceder rápido a la Explanada de las Mezquitas que tiene un horario restringido de visitas.
Pero eso será ya para el próximo post. Shalom!