Kioto, ciudad imperial y tradicional, llena de templos, santuarios y jardines maravillosos. Y mucho más que te iremos contando por partes.El santuario Nishiki Tenmangu Shrine, en la zona comercial del centro
Kioto (Kyoto): La antigua capital imperial de Japón es una joya donde modernidad y tradición se funden dando origen a una preciosa ciudad con grandes atractivos: barrios, callejones, santuarios y, sobre todo, espectaculares templos y jardines. No hay rascacielos; abundan en cambio las casas bajas de madera, sobre todo en los barrios de las geishas (Pontocho y Gion), con sus casas de té (ochaya), sus tiendas tradicionales y restaurantes tanto de alto standing como izakayas (tabernas), más canallas. Una ciudad tranquila y muy recomendable.
Llegamos a Kyoto directamente desde Tokio. Habíamos aterrizado en el aeropuerto de Narita y canjeado el JR Pass que habíamos comprado previamente en España (hay varias páginas y precios, ronda los 240 euros (marzo 2019), te lo envían a casa en máx. 72 horas). Es un pase que te permite viajar en los trenes japoneses y en muchas líneas de metro así que es muy conveniente hacerse con uno. Con este pase, utilizamos el Narita Express hasta la estación Central de Tokio y el tren Hikari de Tokio-Kyoto (2 horas y 40 minutos, clavados. La puntualidad de la red de transportes nipona es impresionante). También es conveniente reservar asiento antes de subirse al tren para asegurase el sitio. La reserva es gratuita con el JR Pass. Aquí os dejamos un enlace con información de este tema (y más cosas).
En Kyoto nos alojamos en el Hotel Grand Bach, más céntrico imposible, a 5 min andando de la estación de metro de Shijo Station y rodeado de tiendas modernas y galerías tradicionales. Nos encantaron el trato y los servicios. La habitación no era muy grande pero en Japón casi nunca no lo son. La ducha estupenda y también tiene onsen (baño público)
1. Nuestra primera tarde la dedicamos a pasear por los alrededores. Un montón de tiendas en las calles cubiertas de Teramachi-dori y Shinkyogoku donde hay establecimientos con artículos actuales o tradicionales (telas para envolver, papel para origami, artículos para el pelo, tiendas de kimonos), comida callejera, pastelerías (¡qué pastelerías y qué cantidad de dulces hay en Japón!).
Hay unos preciosos complementos para el pelo. Cuando se visten con kimono, llevan muchas flores y mini peinetas en los peinados.
Una pequeña muestra de los innumerables dulces japoneses.
y con un santuario semiescondido, el Nishiki Tenmangu
Misogi = el ritual de purificar tu cuerpo y tu mente (enjuagarse las manos y boca) y los barriles de sake (que son ofrendas)
Allí en los alrededores del hotel descubrimos el que sería nuestro bar fijo de aperitivo de sake Ibushigin Kazuya. El sake (bebida alcohólica obtenida del arroz) es muy de Kioto. Hay varios "sake bar" y un montón de variedades: dulce, semidulce o seco y, dentro de estos, pueden ser suaves o fuertes. Puede beberse frío o caliente y se sirve de una forma muy peculiar, hasta que rebosa del vaso y cae al cuenco o platillo que colocan debajo. Ese sake se vuelve a echar en el vaso cuando este está vacío y también se bebe. Kampai!
Muchos tipos de sake
Después visitamos el barrio de Pontocho, uno de los 5 distritos de geishas, con sus farolillos rojos y con su frailecillo o chorlitejo, un pajarillo que es el símbolo del barrio. Veréis estos farolillos en las casas de madera de geishas y de té y en un montón de locales para comer y beber de la calle Pontocho, estrecha y peatonal, paralela al río Kamogawa. También veréis esas telas-cortina que cubren algunas fachadas, para proteger la privacidad de los clientes de los bares. Había bastante gente por la zona y muchos lugares interesantes. Tabernas minúsculas y repletas y restaurantes de nivel. Atención, en algunas tabernas cobran el "charge". Es decir, por sentarte a tomar algo, te dan un platillo con aperitivo y te cargan generalmente unos 500 yenes (4,5 euros aprox) por ello. Así que tomarse unas cervezas (que cuestan otros 500 yenes en general) no sale barato pero, uno no va todos los días al Japón así que compensa apoquinar. Comprobad bien donde entráis porque algunos lugares eran realmente caros y naturalmente también hay muchos otros lugares en la ciudad donde beber y comer. Los iremos descubriendo más adelante. Ah, en algunos restaurantes, hay que descalzarse así que cuidado con los calcetines que lleváis ;-).
Muchos restaurantes tienen perfectas réplicas de sus platos, muy útil para poder elegir comida sin saber japonés. Ayuda, sobre todo si tienes algún tipo de alergia o intolerancia, a comer con seguridad.
Cuatro de las cervezas más populares en Japón: Asahi, Kirin, Sapporo y Yebisu. Kampai!
¿Qué pedimos? Al final nos decantamos por unos estupendos yakitori de pollo
Nosotros cenamos en el cercano barrio de Gion, en un sitio encantador llamado Ramen Muraji Kyoto Gion, una casa con dos mesas comunes en el primer piso, con comida casera. Tomamos ramen, pollo frito, cerveza y helado de té matcha por un buen precio. Había pocas cosas pero muy atractivas y el trato siempre es excelente, llevando a la práctica la Omotenashi, es decir, la hospitalidad japonesa donde la prioridad es cuidar al cliente. De hecho, el trato en hoteles, restaurantes y tiendas es exquisito en este país. Al salir del restaurante vimos que se había formado una pequeña cola de espera pero esto es muy habitual por allí porque los locales son minúsculos.
Ramen, uno de los platos más populares. En este caso era un sabroso caldo de pollo con cerdo, setas y verdura. También los hay con pescado. Y otros platos atractivos con huevo y arroz o ramen con limón.
Teóricamente de noche hay posibilidad de ver a alguna geisha o maiko (aprendiz de geisha) yendo a su trabajo pero nosotros no tuvimos esa suerte. Solo las entrevimos alguna vez subidas en coches. Pero...¿qué es una geisha? Pues, para nosotros, una mujer que genera muchas dudas por su profesión en un mundo un tanto hermético y desconocido. Tienen una formación muy larga y compleja para aprender a cantar, conversar, bailar, acompañar y entretener. Pero, ese misterio que las rodea, induce a pensar que su trabajo está relacionado con la prostitución, quizá también porque algunas prostitutas las imitan para atraer clientes. Un mundo nipón más en el que indagar.
También en esta zona hay un santuario dedicado a Tanuki, el perro mapache de la suerte del que podéis saber más pinchando aquí sobre por qué en Japón se encuentra a menudo como amuleto (y fijaos en sus huevos). Se dice que hubo un incendio en esa calle de Pontocho que se detuvo justo donde encontraron un tanuki de cerámica roto por el calor así que en agradecimiento, hicieron ese pequeño altar.
Tras este paseo y con un viaje de avión+tren de casi 20 horas en nuestros cuerpos, nos fuimos derrengados a dormir no sin antes flipar con el hipnótico mundo Pachinko, un juego muy popular en Japón pero vetado a los extranjeros. Verlo es un espectáculo.
Consiste en meter unas bolas metálicas en las máquinas. Estas van cayendo en sitios con o sin premio. Los premios son objetos que se canjean por dinero en una oficina anexa. No hay premios en metálico pues está prohibido en Japón.
También nos dio tiempo a zamparnos este delicioso bollo llamado Meronpan en un puesto de nuestra calle, la bulliciosa y céntrica avenida Kawaramachi.
Buenas noches - Oyasuminasai!
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